“A Francisco las posibilidades de huir no le habían faltado. pero nunca las había aprovechado, convencido de que su inocencia saldría reivindicada en aquel procedimiento y, sobre todo, deseoso de que el carcelero no fuera sancionado por su culpa. Sin embargo, la firmeza que había sentido hasta entonces comenzó ahora a desmoronarse casi a cada hora, y decidió…”
La existencia de Francisco de Enzinas fue un ejemplo de juventud bien orientada. A su pasión por saber, a su deseo de avanzar en la educación, a su ansia por formarse, supo añadir una clara visión de qué era lo más importante en esta vida, de cuáles eran las metas hacia las que debía orientar su presente y su futuro. Lo importante no era la fama, el dinero, la popularidad sino la fidelidad a un ideal, la limpieza de corazón y el seguimiento de Jesús por mucho que pudiera costar.
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