Cuando nacemos a la vida cristiana, descubrimos el gozo de escuchar como Dios nos habla. Pero la frescura de esa experiencia inicial con Dios se oscurece en medio de la rutina de la vida diaria. El clamor de otras voces no nos permite escuchar la voz de Dios, lo cual nos deja confundidos y frustrados. Pero Stanley insiste en que Dios quiere comunicarse con nosotros todos los días.
Páginas: 143
Tamaño: 13.2 x 20.4 x 1.2 cm